domingo, junio 24, 2007

CRÓNICA DE UNA DESPEDIDA

Las despedidas siempre entristecen. Si la persona a la que despides inspira en ti sentimientos de cariño y afecto, el adiós duele aún más.
Y es ésto lo que nos sucede contigo, Antonio. Me atrevo a decir que es una opinión compartida por la totalidad de los compañeros de nuestro centro.
Te echaremos mucho de menos, por eso tendrás que ayudarnos tú, no privándonos de tu presencia del todo, sino apareciendo por el centro de cuando en cuando. A cambio prometemos que siempre habrá té verde para ti y mucho que compartir.
El acto de tu despedida vivido el pasado jueves (primero que se da en nuestro centro) fue emotivo, sencillo y muy cuidado, para que te agradara y nos agradara a todos.
Tras la ceremonia religiosa oficiada por Pepe (sacerdote amigo de la familia), llegó el momento de compartir mesa y mantel, y las emociones se sucedieron como cascadas, con las palabras de Mª. Cruz primero y con las tuyas después. Palabras que nos permitieron conocer semblanzas de tus años de profesión, el recuerdo emocionado a tus padres, el papel relevante de tu familia, tu mujer, tus hijos y ahora tu reciente nieto, el romance permanente que mantienes con la poesía desde tiempos remotos, el gusto por el campo y tus paseos en soledad, sin olvidarme del pasaje lleno de humor, cuya trama informática merece un capítulo aparte. En fin, Antonio, fue un gusto acompañarte y escucharte, porque tu pluma siempre transmite y emociona.
Y para terminar quiero decirte que, si esa soledad elegida que en ocasiones prefieres como amiga te pesara, aquí estamos nosotros los de "El Pilar" para arrancarla de tu lado de un soplo, y en particular la "Peña de los Viernes", que esperarán tu llegada en el lugar de siempre.
I. M. P.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy emocionado con tu crónica, Isabel, nunca fuere yo merecedor de semejantes loas. Soy yo quien está agradecido con todas las deferencias que habéis tenido conmigo.
Muchas gracias